Mi formación académica es cognitivo-conductual, y siempre que lo considero necesario, utilizo estrategias y herramientas de esta orientación. Sin embargo, a lo largo de mi carrera profesional he tenido la oportunidad de colaborar con psicólogos de orientacion sistémica y de terápia breve estratégica, los cuales me llevaron a concebir al ser humano como un ser unitario. Racional (cognitivo) sí, pero también emocional. Un ser que se encuentra en contínua interacción con el contexto en el que está. Y que cuando cambia el contexto, o elementos de este (el sistema), la conducta del individuo también cambia. Además, a veces, basta con modificar un solo elemento concreto, conducta o forma de pensar del individuo, para que «su problema» ya «no le cause problemas». Por lo que no siempre hay la necesidad de reestructurarlo todo, a veces, «basta con seguir una buena estratégia».
Tras esta nueva conceptualización del ser humano y de sus diferentes dificultades, mi forma de trabajar se ha vuelto mucho más cercana a la orientación holística. «Trabajo con pacientes, no con enfermedades». Pues mi lema es que:
«El mejor especialista para nuestros problemas somos nosostros mismos»
La parte más importante de la terapia es concretar qué es lo que representa para mi paciente «un problema» y qué objetivo se propone él/ella acudiendo a terapia. A partir de ahí, mi papel va a ser acompañarlo durante el proceso de lograr sus propias metas, proporcionandole herramientas en un espacio de reflexión 100% imparcial en el cual siempre encuentrará apoyo.
Mi objetivo terapéutico es ayudar a mis pacientes a reencontrar el equilibrio que necesitan para poder seguir adelante (ya sea de forma individual o en pareja). Para ello, trabajo con ellos a nivel cognitivo, emocional y conductual teniendo en cuenta todos los elementos que interactúan en sus sistemas. Procurando que todo cambio se haga de una forma adaptativa y duradera.