Ama y respeta tus hijos por como viven su vida, y no por lo que han logrado
En un mundo en el que todo es competitividad (ser el mejor, el más rápido, el más listo, etc.) La educación pareciera haberse convertido en un «entrenamiento para llegar a ser el primero». Y lo más triste, es que a veces impornemos en qué (Os animo a releer mi artículo sobre los diferentes tipos de Narcisismo) y otras NO TENEMOS NI IDEA.
En el caso de no saber en qué queremos que nuestros hijos sean «los mejores» caemos en apuntarlos «a todo», para que «sean buenos en algo»…sin pararnos a observarlos, ni escucharlos, ni a dejar que «el tiempo defina la cosa».
A lo largo de esta carrera, nos perdemos la vida, nos perdemos la persona que son, y muy probablemente al final, acabemos perdiendo la carrera. Pues igual sí, conseguiremos que «sean alguien», pero no quieres realmente son.
Te quiero a pesar de tí y a pesar de mí
Ser padres no es fácil. Son muchas las exigencias del entorno, altas las expectativas de nuestras familias y las nuestras propias. Conseguir sentirse satisfecho con la educación que damos a nuestros hijos pareciera un imposible. Pues no solo entran en juego las exigencias y expectativas sino LA REALIDAD. La realidad de nuestras cacacidades, de nuestras posibilidades (emocionales, materiales, etc.) y la de quienes/cómo son nuestros hijos.
«Querer ser un padre o una madre perfecta, es condenarse a la insatisfacción crónica» (anónimo) Pues la perfección no existe. No existe por una sencilla razón, y es que no es la misma para nadie ni en todo momento. Lo que conviene «a la perfección» para uno en un determinado momento de su vida, puede no convenirle en otro. Y por descontado, puede no convenir en absoluto a otra persona.
Por lo que lo más importante es intentar ser capaces de escuchar a nuestros hijos y observar sus reacciones a nuestros comportamientos y propuestas educativas. Algunas tendrán resultados extraordinarios con algunos de ellos, y otras horrendos con otros. La vida nos permite aprender de nuestros errores. Lo difícil, es saber estar atentos para saber identificar cuándo los estamos cometiendo.
Por otro lado, pretender que nuestros hijos van a ser «tal cual los imaginamos» es otro gran error que puede llevarnos a perdernos la belleza de quienes realmente son. Pues ofuscándonos en observar todo aquello en lo que son diferentes a como nos los imaginábamos, perdemos un precioso tiempo en el que podríamos estar aprendiendo a valorar quienes son.